Por
Jaime Leygonier/ HABLEMOS PRESS.
LA
HABANA.- En plena campaña para prevenir los criaderos de mosquitos ―vectores
del virus del Zika, el Dengue y Paludismo―, el habanero Hospital
materno-infantil Diez de Octubre, (antiguo Hijas de Galicia), cuenta con agua
fétida estancada en sus áreas soterradas, además de su pronunciada pero
habitual falta de higiene.
Según
parturientas, sus familiares, personal de salud y como pudo constatar en el
lugar este reportero, la situación es tal, que necesitan bombear periódicamente
esa agua hacia un camión-cisterna.
Otros
viejos problemas, como la falta de condiciones de los baños y sanitarios,
continúan.
El
sanitario de la sala de espera contigua al vestíbulo permanece clausurado, con
un hueco donde existió el inhodoro; las mujeres pueden acudir a otro, cerca de
la habitación de ultrasonidos.
Sus
acompañantes masculinos tienen que orinar en la calle; en el yermo o en los
jardines contiguos a la capilla y a la escuela de la esquina de Márquez
González, según me explicó una asistente, cuando le solicité pasar al baño.
En
las instalaciones de salud y oficinas es práctica general el cierre de baños al
público, por roturas y por evitar limpiarlos.
Lo
hasta aquí expuesto es solo el panorama visible, omitiendo las salas e
instalaciones donde los problemas se acumulan desde hace décadas.
Este
hospital, construido en 1957 en Nuestra Señora de Regla No. 52, ocupa una
manzana en el barrio Luyanó, es de gran importancia para la capital; para
ingresos y para consultas externas a embarazadas y niños del municipio Diez de
Octubre, con más de 700 mil habitantes.
Ya
presentaba problemas de hacinamiento de pacientes antes de la crisis del
sistema hospitalario materno-infantil, debido al cierre en octubre de 2012, por
peligro inminente de derrumbe del Hospital gineco-obstétrico América
Arias, conocido como Maternidad de Línea, en El Vedado.
La
esposa de un vecino dio a luz en Hijas de Galicia en el 2010, y refirió que las
embarazadas padecen de estreñimiento; porque los servicios sanitarios carecen
de puertas, de asientos y tienen suciedad extrema. No acostumbran las cubanas
desnudarse y hacer sus necesidades sin privacidad.
Este
reportero fue testigo de cómo el miércoles 17 de febrero a las 9 de la mañana
bombearon agua al camión-cisterna, que parquearon junto a la puerta de entrada.
Extendieron la manguera a través del vestíbulo y la sala de espera hasta el
hueco de un ascensor, para succionar el agua, cuyo hedor permite suponerla
contaminada con aguas negras, o que permaneció estancada hasta podrirse.
En
el Hijas de Galicia laboró el Dr. Elías Bicet, y denunció la política abortista
y la asfixia por parte los médicos a los fetos nacidos vivos. Es uno de los
hospitales donde el Dr. Darsi Ferret filmó con cámara oculta el hacinamiento y
la suciedad cochambrosa.
Después
de estas denuncias, que costaron prisión de conciencia a ambos médicos, allí,
en 2008, murieron de infección un número no determinado de recién nacidos y
madres, y a alguna la salvaron de morir de septicemia, esterilizándola, tras la
pérdida de su bebé.
El
escándalo obligó al Estado a publicarlo, minimizándolo y a reparar el piso
contaminado (acumulando los escombros y falso techo en un contenedor, en la
calle), pero dejó a los demás pisos en la misma acumulada falta de higiene.
Entonces,
el Dr. Darsi Ferret declaró que es “una bomba de tiempo”; “al no sanear los
demás pisos se mantiene latente el peligro de infección de las parturientas,
repararon uno, pero todo el hospital carece de condiciones; por su pésima
situación sanitaria. Allí y en los demás hospitales, pospone por años el
Gobierno la inversión para el mantenimiento, y la administración y el personal
violan constantemente las normas de higiene establecidas. Así cultivan una
atmosfera en que los pacientes se infectan de enfermedades que no tenían. Es
frecuente que contraigan estafilococos en los quirófanos y a veces los médicos
entran a ellos sin ropa esterilizada”.
Según
explican dos médicos que necesitan anonimato: Por la propaganda con el índice
estadístico de nacidos vivos, es política estatal atender esmeradamente a las
embarazadas y, al respecto, les exige mucho a los médicos; pero, a pesar de ese
interés, esta atención degrada por falta de inversión y de lo elemental.
La
norma del sistema hospitalario cubano es una falta de higiene verdaderamente
medieval con escasez de agua y de desinfectantes y falta de personal de
limpieza y descontrol, por parte de la dirección, sobre los actos de este
personal contrarios a la higiene.
Hacinamiento,
falta de privacidad en sanitarios, salas y consultorios, escasez de personal
médico y de salud (exportado al extranjero) y de insumos: Agujas, guantes,
placas para rayos x, hilo para suturas, ropa esterilizada, cuñas, camillas,
sillones de ruedas, etc.
Resistencia
pasiva a trabajar, por parte del personal de las salas que, “desaparece” en los
turnos nocturnos.
Necesidad
de los pacientes de llevar al hospital los objetos más elementales; como un
balde para guardar agua, pomos con agua para beber, alimentos, asiento para el
inhodoro y un bombillo. Y de sus familiares de acompañar a los pacientes, pues
de lo contrario quedan desatendidos.
A
ello suma este materno-infantil su problema de aguas estancadas que, además de
deteriorar más el edificio, lo hacen potencial foco de infección para sus
pacientes y para la comunidad que lo circunda.
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