El historiador e
investigador Armando Cuba. Fotografía tomada del documental.
Por Fernando Donate Ochoa/
Hablemos Press.
HOLGUIN.- Profesores e investigadores holguineros aseguran que la enseñanza de
la Historia de Cuba atraviesa por una crisis profunda. Las opiniones fueron
expresadas en el documental “Otra historia que contar”, transmitido por el
canal provincial Tele Cristal.
El MSc. Armando Sarmiento,
profesor de Historia en la Universidad “Oscar Lucero Moya”, lamentó que después
de más de cincuenta años de Revolución, existan tantos problemas con el
aprendizaje, en un país donde el Estado da la máxima atención a esta materia.
Afirmó que la enseñanza de
la Historia de Cuba “no es ni martiana, ni es vareliana, ni es lucista (Luz y Caballero);
es una historia elpidiana”, en referencia a Elpidio Valdez, el dibujo animado
cubano que recrea la Guerra de Independencia del siglo diecinueve.
“Esta historia
maniqueísta, en la que todas las virtudes humanas, políticas y morales son de
los mambises, y los españoles reflejan todo lo contrario, es un falso
tratamiento de las personalidades históricas, y eso es grave, es gravísimo lo
que hacemos y no crea patrones de conducta”.
Sarmiento aseguró que la
educación cubana es escolástica y memorística, y comparó los libros de Historia
de Cuba con el Corán y la Biblia, “porque obligamos a repetir como perico, si
el estudiante sale de la palabra escrita desaprueba el examen”.
Al abordar otra arista del
problema, estimó que el profesor de Historia es una víctima del sistema
educacional montado:
“Yo no creo que la
sociedad cubana reconozca socialmente al profesor, porque reconocerlo
socialmente no es darle un diplomita el Día del Educador, va más allá, es crear
todo un contexto económico-social que lo favorezca, y ese contexto no lo
tenemos”, lamentó.
Por otro lado, Sarmiento
propuso que la investigación histórica y su enseñanza, que son dos campos,
deben tener una autonomía con respecto a la política del Estado.
El MSc. Paul Sarmiento,
profesor auxiliar de la Universidad “Oscar Lucero Moya”, llamó la atención sobre
el tema de que la Historia de Cuba, generalmente, se limita a contar sobre el presidente
o líder político, desestimando un enfoque desde el punto de vista de las masas.
Armando Cuba, historiador
e investigador, calificó a la Historia que se imparte en la Isla como “aburrida
y consignista” y abogó por difundir e investigar las divergencias que
existieron entre los protagonistas en las guerras de independencia, la revoluciones
del 30 y del 59.
Sobre ello, se cuestionaba:
“¿por qué no abordar esas profundas contradicciones que humanizan a esos
seres?, ¿por qué los presentan como si siempre estuvieran de acuerdo entre
ellos, cuando no fue así?”, y como respuesta añadió: “No se abordan las
contradicciones porque no hay conocimiento, y otras veces no se abordan porque
hay miedo”.
En ese sentido, Paul
Sarmiento lamentó que durante años se hayan estado ocultando y olvidando muchos
puntos polémicos.
“Tenemos que triangular
las fuentes, vengan de donde vengan, o sea, no podemos reducir el discurso
precisamente a un discurso oficial porque lo diga la historiografía oficial,
porque lo digan las personas que tienen el poder político. Hay que triangular
el discurso oficial, el discurso de los grandes dirigentes con el discurso de
las masas”.
“La politización de la
historia le ha hecho mucho daño a la enseñanza
porque realmente la política forma parte de la historia, pero no es el
todo de la historia”, aseveró Sarmiento.
Eduardo Ochoa, metodólogo
provincial de Historia consideró como barreras, desde el punto de vista
administrativo, las resoluciones del área económica del Ministerio de Educación,
que al no ajustarse al funcionamiento de las áreas docentes, afectan la
preparación, la calidad y también la estabilidad y permanencia de muchos maestros
en el sector.
Al tratar de encontrar la
solución a este déficit, se optó por los maestros emergentes, otro elemento
negativo, como reconoció el profesor de Historia y Marxismo MSc. Raciel
Benítez: “Lo que llamamos profesores habilitados, son estudiantes del mismo Politécnico,
enviados a pasar un cursito de preparación de unos meses, allí le dan un
barnicito, y sin profundizar en los conocimientos enseguida lo mandan al aula”.
Se criticó además la idea
de recurrir al televisor como otra solución a la falta de educadores:
“Nada puede sustituir a un
profesor. No hay nada, absolutamente nada que pueda sustituir a un profesor con
una tiza, un borrador y un pizarrón”, expresó Armando Cuba y agregó: “Usted
puede utilizar todas las tecnologías del mundo, pero el que enseña es el
maestro. La televisión… sí, puede usarse… con mesura.”
En cuanto a los libros de
texto, hubo un conceso sobre su uso reduccionista y esquemático:
“Es una limitación cuando
el aprendizaje histórico se basa en un solo libro de texto. Yo me he
preguntado, ¿y lo que escribió Luciano Franco?, ¿lo que escribió Julio de
Riverend?, ¿lo que escribieron los clásicos, los padres de la historiografía
cubana?, ¿eso no vale?”, cuestionaba Pavel Grave de Peralta, metodólogo
provincial de Historia.
Otro tópico abordado fueron
las carencias en cuanto a recursos y materiales para el trabajo. Raciel Benítez
lamentó la falta de mapas, láminas y fotos, así como la ausencia de materiales
que faciliten al profesor elaborar estos medios imprescindibles para la
enseñanza de la Historia.
La periodista de la
revista Bohemia, Yohana Lezcano, se sumó al diálogo y opinó que el sistema de
enseñanza cubano está estructurado de tal manera que el estudiante muchas veces
es un ente pasivo y no una persona capaz de dialogar con su historia.
Y sentenció: “Un país sin
historia no es nada, y esto ya hay que empezarlo a cambiar”.
Ante las preguntas: ¿En
qué año se descubrió Cuba?, ¿quién fue el Titán de Bronce? o ¿quién fue el
primer presidente de Cuba después de 1959?, los jóvenes entrevistados brindaron
respuestas erróneas o no supieron responder.
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