Por Moisés Leonardo Rodríguez/
Corriente Martiana.
Artemisa, 29 de Enero.- La
espontaneidad de los cerca de 700 mil asistentes a la juramentación
del presidente Barack Obama, en su segundo mandato, el 20 de enero,
me recordó que antes de 1959, en Cuba, también los ciudadanos
asistían espontáneamente a los actos patrióticos, políticos y de
toda índole; sólo el gobierno de los Castro convirtió la
asistencia a los actos públicos en algo forzado.
Escucho, como si aún estuviera en
Santiago de las Vegas -cuando mi madre me llevaba los 28 de enero a
presenciar los desfiles en salutación al natalicio del Apóstol-, el
murmullo de los espectadores, los elevados sonidos de las bandas
escolares encabezadas por la banda municipal y los ¡Viva Cuba Libre!
de cientos de personas que llenaban el parque, frente a la iglesia, y
todas las calles del pueblo por donde pasaba el desfile. Nadie los
obligaba.
Del día de las madres, que celebramos
en Cuba el segundo domingo de mayo, aun retengo la imagen de cómo,
antes de 1959, cubanos y cubanas de todos los niveles sociales y de
todas las creencias, portaban una flor blanca o roja según tuvieran
a su progenitora muerta o viva. Esto, fue eliminado; acusando de
costumbre pequeño burguesa toda festividad en que se intercambiaban
regalos, pues ello era “promovido por los capitalistas para
aumentar el consumo, y por tanto sus ganancias”.
Con el “triunfo de la revolución”,
la traición de los Castro incluyó la eliminación de muchas
tradiciones y fechas importantes de la historia, como el 20 de mayo,
día de instauración de la República después de retirados los
colonialistas españoles y los americanos interventores. En su lugar,
se impusieron nuevas fechas que la mayoría celebra bajo coacción o
ejercicio de la doble moral, pero pocos sienten.
Pero Cuba marcha, no al ritmo de las
tímidas reformas oficialistas, limitadas por los intereses del grupo
de poder y a espaldas de los de a pie. Cuba marcha, al ritmo que
-pasito a pasito-, le imprimen sus buenos hijos, a pesar de la
resistencia de ciegos y desleales.
Cuba avanza hacia la recuperación de
sus mejores tradiciones: El día de los Reyes Magos -a pesar de la
pobreza generalizada- y la Nochebuena -reconocida oficialmente-, que
ha sido una celebración espontanea de pueblo, y otras se recuperarán
cuando nos libremos de las injerencias o trabas oficiales que hoy
las limitan o impiden.
Ya son excepciones, las cuadras en que
se celebra el día de los Comités de Defensa de la Revolución, los
28 de septiembre. Pocas calderas en las calles cocinan con leña la
caldosa que se simboliza su celebración, no por decisión sino por
necesidad, y muy pocos vecinos se congregan para ello,
preferentemente los “comprometidos”.
El pasado 27 de noviembre, fecha
luctuosa en que se recuerda el fusilamiento de los 8 estudiantes de
medicina, se vio en el noticiero de la televisión nacional -única
permitida-, a jóvenes estudiantes de pre universitario, muertos de
risa y empujándose unos a otros para salir en cámara.
Participantes, que pidieron no ser identificados, aseguran que
algunos en dicho desfile iban con botellas de bebidas alcohólicas
que consumían a escondidas.
Volverán los cubanos a recuperar lo
mejor de sus tradiciones legítimas; y portarán de nuevo flores
blancas y rojas el día de las madres; celebrarán actos
-engrandecidos por su espontaneidad- cada 20 de mayo, recordando las
traiciones a la República, para que no se repitan, y proclamando y
celebrando sus nuevos avances hacia la democracia, al respeto e
imperio de los derechos humanos por encima de concepciones e
intereses de grupos.
Los primeros de Mayo, desfilarán los
sindicatos que realmente representen y defiendan los intereses de los
trabajadores todos, y no el único que sirve a los planes de los que
detentan el poder político y movilizan bajo presión a empleados
estatales y particulares, comprometidos por poseer tierras en
usufructo o negocios con licencias otorgadas por el Estado, a quienes
le sean leales, o al menos lo aparenten.
Eso será en la nueva República de
Cuba, la que soñó Martí y reintentó alcanzar la generación del
centenario en su natalicio.
República sin apellidos espurios, sin
ideologías impuestas, sin injerencias político-partidistas en la
vida nacional; con todas las fechas oficiales, que espontáneamente
decidan celebrar todos y cada uno sus hijos, individualmente o en
grupos, con lo que desparecerá la actual indiferencia ante fechas
notables.
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